En el marco del 25 de noviembre, fecha en que se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra Mujeres y Niñas, el colectivo Acción Ciudadana Frente a la Pobreza presentó los datos de la precariedad laboral y económica de las mujeres.
Ciudad de México, 23 de noviembre (SinEmbargo).- La realidad de las mujeres en cuanto a violencia no es adversa únicamente en cuanto al riesgo de caminar solas por la calle. La violencia está presente y es aguda en el acceso a un trabajo y salario dignos.
De acuerdo con el reporte especial sobre «Exclusión económica y de la precariedad laboral de las mujeres», elaborado por el Colectivo Acción Ciudadana frente a la pobreza, la exclusión laboral y económica son condiciones que llevan a las mujeres a la vulnerabilidad y las expone a la violencia, ya que las mujeres enfrentan barreras para llegar al ejercicio de las libertades y tener una vida digna.
María Ayala, investigadora del Colectivo, presentó los datos; uno tras otro forman el escenario complicado en el que viven las mujeres y en el que tienen que buscar desarrollarse.
El primer obstáculo es la barrera económica: 25 millones 700 mil mujeres no tienen un ingreso propio, lo que las pone en vulnerabilidad y en relaciones asimétricas en el mundo laboral y en el hogar.
Estos datos son del Primer Trimestre de 2020, es decir, antes de la pandemia, en el siguiente reporte se verá cómo avanzó, pero esta es la situación en que las mujeres se enfrentaron la pandemia: 4.6 están en desempleo; 4.1 trabaja sin una remuneración, es decir, trabajan en una empresa familiar, y 16.9 millones no pueden salir de su hogar por estar haciendo trabajo de cuidados, como si fuera su deber natural el hacerse cargo del hogar.
Los estados en los que el porcentaje es mayor de mujeres sin ingreso son Chiapas, Estado de México, Puebla, Querétaro y Veracruz, en los que más del 50 por ciento de las mujeres están en esa situación de vulnerabilidad; además son algunos de los estados en los que se concentra gran cantidad de pobreza.
Además, las mujeres tienen el doble de desempleo y de subempleo: la tasa de desempleo para hombres es de 8.5 por ciento y para mujeres de 17.5 por ciento, «están más excluidas del campo laboral, son doblemente excluidas. Claramente es un mercado laboral que excluye, tenemos un problema histórico de desempleo pero para las mujeres es todavía más difícil acceder», comentó Ayala.
Ahora, las que se emplean, están subempleadas y son el doble de mujeres las que están en trabajos de medio tiempo. Solo de 4 de cada 10 mujeres participan en el mercado laboral, ese es el resultado de la exclusión.
Sobre la precariedad laboral, el 61 por ciento, es decir, más una regla que una excepción, no tiene seguridad social; en Chiapas, Oaxaca y Guerrero, es más del 80 por ciento de las mujeres; 32 por ciento no tiene prestaciones, 52 por ciento no tiene contrato estable y 93 por ciento no tienen afiliación sindical.
En cuanto a ingreso, 7 de cada 10 mujeres que trabajan no pueden comprar lo más básico; no pueden mantenerse a sí mismas y mucho menos a otra persona. Solo el 6 por ciento puede pagar 4 canastas básicas.
En este rubro está el tema de la brecha salarial: las mujeres tendrían que trabajar meses de 34 días o años de 13.5 meses para alcanzar el ingreso promedio de un hombre. Necesitan años de 14 meses para alcanzar el costo de dos canastas básicas. «Es trabajar tiempo que no existe», agregó la investigadora.
Está situación se esclarece al momento de examinar los trabajos «feminizados» porque incluso ahí las mujeres ganan menos. Por cada hombre empleado en el trabajo doméstico, hay 11 mujeres y hay una brecha salarial de mil 362 pesos solo en ese sector.
A pesar de toda esta situación, las jornadas de trabajo para las mujeres son más largas, como señala el estudio «a la mujeres les falta trabajo remunerado pero no trabajo». Esto porque ellas tienen una jornada extra completa para el trabajo de cuidados y del hogar. Es media jornada de trabajo -al menos- y al llegar a casa tienen una jornada completa de un trabajo no remunerado, no valorado y sin días de descanso, pero es un trabajo que se tiene que hacer.
Con la pandemia, la recuperación del empleo ha sido desigual. 12 millones de personas perdieron el empleo y aunque se ha ido recuperado, para las mujeres es mucho más complicado: 5.2 millones de hombres consiguieron empleo y solo 1.9 millones de mujeres lo lograron.
Entre las propuestas del Colectivo, señalan que es importante habar sobre el sistema de cuidados, «se trata de un nuevo contrato, un nuevo pacto social. Cambiar en todos los niveles esta idea preconcebida de que el trabajo del hogar y de cuidados es responsabilidad de las mujeres, porque nos alejan de esas oportunidades de empleo en el que podríamos tener un trabajo más digno y una vida digna», comentó Ayala.
Rogelio Gómez Hermosillo, coordinador de Acción Ciudadana, comentó a pregunta expresa sobre si los programas sociales federales y estatales están atendiendo estos problemas que enfrentan las mujeres, que se necesita un sistema de protección social universal, porque los datos dicen que de las personas que trabajan, la mayoría de las mujeres están sin seguridad social.
«Estaba el programa de apoyos infantiles y se transformó en una transferencia monetaria pero no hay información y no se trata de que la familia se haga cargo porque eso enfatiza el rol de género y es opuesto a lo que pensamos. El cuidado de niñas y niños no es tarea exclusiva de las mujeres, se necesita un sistema público de cuidados en el que todas las familias puedan trabajar y sepan que sus hijos están seguros, bien alimentados y desarrollándose».
Agregó que los programas sociales tienden más a enfatizar el trabajo doméstico, es decir, que fomentan el trabajo pero «en el huerto, que aprendan a coser».
«Hay una probleática donde la perspectiva de género no está clara y se subrayan los roles de género impuestos y aumenta la vulnerabilidad por la falta de auton0mia económica», concluyó Gómez Hermosillo.